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En nueva filial del FCE en La Habana resonarán las voces de esclavos africanos

Por: Reyes Martínez Torrijos / La Jornada

La Habana, 3 de mayo.- Las voces de los esclavos negros africanos traídos a Cuba, en una suerte de iniciativa decolonial, estarán presentes en la intervención que la artista mexicana Sandra Calvo prepara para exhibirse en la librería Tuxpan, la primera del Fondo de Cultura Económica (FCE) en La Habana, la cual se inaugura en unos días.

En entrevista con La Jornada, la creadora detalla que su obra intenta narrar aquellos testimonios, difíciles de encontrar, «pues siempre se habló de ellos, pero los protagonistas no hablaban directamente«; por eso, asegura, “rescato esas voces ocultadas y las inscribo en el mármol del recinto.

«La idea es que se vuelva una pieza participativa y que puedas buscar las frases, colocar un papel encima y con un carboncillo rastrillar y hacer que lo invisible se revele: la voz invisibilizada será escuchada, de lo blanco pasa a lo negro; de lo negativo, a lo positivo. Podremos hallar las voces de aquellos esclavos en los cantos y conocer sus historias y las estrategias que siguieron para su liberación».

Además, Calvo desarrolla en esta ciudad una nutrida agenda de actividades, con una propuesta que resignifica la forma en que se habitan las ciudades y áreas rurales en América Latina.

La Bienal de la Habana 2022 cerró el viernes con la videoinstalación, y el pasado jueves presentó el volumen Arquitectura sin arquitectos, en la edición 30 de la Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH).

Ocupar/habitar/resistir es la última acción de la bienal de arte habanera, realizada por la mexicana en una antigua fábrica de vidrio, ahora Estudio 50, donde se proyecta en 18 pantallas un documental «expandido», una exhibición fragmentada que muestra la problemática de una comunidad que invade, habita y resiste el desalojo, explica la artista interdisciplinaria en su residencia temporal en El Vedado.

“Es una reflexión sobre la vivienda digna en México en el espacio urbano, a pesar de que se extiende a lo rural e incluso al sur global y Latinoamérica, en torno a la problemática sobre a quién pertenece la vivienda, el derecho a ella y por qué hay tantos millones de personas sin una.

«Ante la amenaza de expulsión y desalojo fortifican el sitio como un castillo medieval. Así los apoyo en mi quehacer artístico, para que su defensa sea posible», detalló.

Urbes de cristales que no son para nadie

En su videoinstalación, añade, utiliza pantallas de vidrio sostenidas por una base de concreto, «que es el metro cuadrado que estamos peleando, hechos para sostener ciudades de cristales que no son para nadie, donde flota la imagen que apenas se logra y la historia de personas es velada».

Calvo recuerda que es la segunda vez que participa en la bienal; en 2015 colaboró en el proyecto Multiplicación del paisaje e interior. Trópico en trópico, con el historiador y rescatador de La Habana Eusebio Leal y su equipo de la oficina Restaura.

La Bienal de La Habana inició en noviembre diálogos entre intelectuales, artistas, expertos y curadores, actividad que se expandió hasta ahora. «Fue un poco duro, por lo que significó extender en estos tiempos la bienal, pero fue una propuesta diferente de parte del director del encuentro Nelson Ramírez», mencionó.

El volumen Arquitectura sin arquitecto, comentado en la FILH el jueves pasado, gira también alrededor del cuestionamiento sobre el derecho a la vivienda, el territorio y las estrategias que la gente sigue para conseguirla.

La publicación forma parte de un proyecto que en 2012 se inició como una práctica participativa, luego se convirtió en una película, una exposición, y ahora, “como última plataforma, tiene el formato de libro y recoge la historia de una comunidad de familias que viven en la periferia de Bogotá, pero bien podría haber sucedido en la Ciudad de México, en Chimalhuacán o en el margen de las grandes urbes.

«Es un homenaje a los constructores de estas ciudades, quienes ocupan casi 60 por ciento de nuestras urbes en formas autoconstruidas, llamadas casas informales. ¿Cómo se puede llamar informal a lo normal, a lo que todo el mundo tiene? Sucede en específico en Colombia, pero se puede aplicar a cualquier lugar de América Latina», concluyó la artista.

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