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Cultura

Freestylers, los poetas del siglo XXI

Por: Armando G. Tejeda / La Jornada

Cádiz. Van vestidos con ropa holgada, gorras que les cubren la mitad del rostro; muchos llevan tatuajes en brazos y piernas de algunos de los rostros de escritores clásicos, como Gustavo Adolfo Bécquer o Quevedo, pero su forma de vivir la literatura es mediante el rap, o del freestyle, como lo denominan en las “batallas de gallos” en las que se emplean a fondo improvisando versos y rimas.

Algunos la llaman la poesía del siglo XXI y causa furor entre el público joven, al punto de que una de las batallas más épicas de los años recientes fue seguida en directo en redes sociales por más de 57 millones de personas.

Los freestylers o “gallos” irrumpieron en el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) con su estilo callejero, que pareciera en las antípodas de la solemnidad del mundo académico. Pero con sus ritmos electrónicos y moviéndose sin parar en el escenario dando pequeños saltos y agitando los brazos, estos poetas del siglo XXI emplean figuras retóricas y literarias tan clásicas y antiguas como las metonimias, la paranomasia, la anadiplosis, la onomatopeya, el calambur, las palabras polisémicas y el retruécano, entre otros. Porque esos “gallos” o freestylers son personas, al menos muchas de ellas, que han leído y leen a los clásicos, que les gusta la literatura y tienen una amplia cultura general, que resulta crucial para desenvolverse en las “batallas”, que se asemejan a un combate de boxeo, sólo que los jabs o los uppercuts se hacen con rimas, en ocasiones irónicas que rozan el insulto.

En el patio del Baluarte de la Candelaria, un palacete al borde del mar en Cádiz, se citaron a modo de exhibición una serie de freestylers españoles para mezclarse entre las sesudas conferencias de los académicos y las cultas diatribas de los escritores y periodistas. Su estilo y su lenguaje es de la calle, pero su forma de construir versos y rimas tiene algo de académico, pues se inspira en los formatos clásicos de la poesía. Finalmente, lo que ahora se llama “batalla de gallos” o freestyler tiene numerosos antecedentes en las culturas hispanoamericanas, como el repentismo de los trovadores veracruzanos y sus improvisaciones, o los llamados bertzolaris del País Vasco.

Por el reconocimiento del término fristail

Mnak es el seudónimo de uno de esos freestylers españoles que ya se han ganado un nombre en el circuito de batallas, que van desde los torneos de ciudad y regionales, hasta nacionales e internacionales. Durante la explicación que hicieron sobre su forma de vivir la literatura, Mnak explicó rimando que quizá “Quevedo es el poeta más rapero… o el más batallero”. Uno de los ejemplos que pusieron como uno de las mejores calambures de la historia es un verso irónico de Quevedo, aquel que decía: “Entre el clavel y la roja / que la reina escoja”, que escribió a Isabel de Borbón, que tenía una pierna más corta que otra.

Blon es el nombre de otro “gallo”, es de Madrid y se inició en el mundo de las “batallas” cuando estudiaba filología en la universidad. Tiene los brazos tatuados, casi todos con alusiones a su pasión cuando se sube al ring a “versear”, pero también están sus referentes literarios, como Becquer, al que lleva tatuado por ser su poeta predilecto. “Que nos hayan invitado a un encuentro académico es importante para nosotros. Así que yo ya lancé una propuesta para que la RAE reconozca en el Diccionario el término fristail, así tal cual. Me encantaría saber si tengo respuesta. ¡Ya es hora de que el freestyle entre en el diccionario!”

Y, por si no había quedado clara su propuesta, después la repitió sobre el escenario ante la atenta mirada de algunos académicos de relevancia, como el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado. “Así las traigo porque saben que yo mato como el mercenario. Estoy dominando todo mi vocabulario y ya es hora de que el freestyle entre en el Diccionario”.

Durante la presentación de esta singular actividad del CILE, la presentadora, otra activa en este mundo de las luchas callejeras, que responde al seudónimo de Queen Mary, explicó que lo que ellos hacen tiene su origen en el rap de los años 80 en Estados Unidos, cuando se juntaban las comunidades latinoamericanas y afrodescendientes a bailar y cantar en torno a su realidad urbana, pues esta es, sobre todo, una actividad que nació en las grandes ciudades.

Este fenómeno ha crecido mucho en los años recientes, hasta el punto de que las grandes batallas de “gallos”, como los campeonatos internacionales o los nacionales en los países con más seguidores, como Estados Unidos, España, México, Argentina, Colombia y la República Dominicana, suele haber millones de personas siguiéndolo y viviéndolo como si se tratara de un combate cuerpo a cuerpo. Una buena rima, con su dosis de ironía, se celebra como si el otro combatiente hubiera tocado la lona y le estuvieran dando el conteo de protección.

Entre los grandes referentes del freestyle hay al menos dos mexicanos, considerados durante años los mejores del mundo, sobre todo el rapero Aczino, joven procedente de Nezahualcóyotl que descubrió que tenía talento para la rima callejera con 14 años, después de que volvía de un entrenamiento de su equipo de futbol y vio a unos chicos mayores que él enfrentarse a través de los versos y la improvisación. Ha sido el único en ganar de forma consecutiva dos campeonatos internacionales, gracias, entre otras cosas, a su forma de desenvolverse en el escenario pero, sobre todo, a su virtuosa forma de utilizar el lenguaje y la rima mediante numerosos recursos poéticos, como las onomatopeyas, las metonimias, la paronomasia y el calambur. Además ha sido capaz de ganar batallas rapeando en español, inglés y espanglish.

El otro referente mexicano de los jóvenes españoles que hacen freestyle es Rapder, originario de Guadalajara, y que tiene un estilo en el que utiliza mucho la dilogía, el retruécano y las palabras polisémicas.

Durante las batallas queda además patente cómo este tipo de enfrentamientos poéticos callejeros y del siglo XXI están generando un mestizaje lingüístico natural en los jóvenes que lo siguen, pues resulta común escuchar en las “peleas” palabras como “flashear”, “pisha”, “nano” o “lapicera”.

Blon explicó que su formación clásica y universitaria es sólo su manera de expresarse, pero que hay tantos estilos como freestylers. También dijo en verso su forma de entender esta nueva poesía del siglo XXI: “El rap nació en Nueva York y Lorca escribió allí / o sea que, en realidad, no son tan diferentes / porque acaban en el corazón y empiezan en las mentes / ya es algo que todo el mundo se labra / porque hay que cuidar a las palabras”.

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