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Opinión

Donde cruzan las brujas | Alina en el país de las injusticias 1 de 3 partes

Por: Meritxell Calderón Vargas

Desde niña le gustó participar en actividades culturales y religiosas, a la fecha se levanta temprano y ayuda a sus compañeras en las tareas del día, hace su propio trabajo y participa como voluntaria
en el templo del lugar y dando talleres para compartir sus conocimientos.

Es hija de Doña Socorro, una mujer inteligente, migrante y muy movida que trajo a Tijuana a su hija del sur de México a los tres años y le dio la mejor educación que pudo, animándola siempre a ser una mujer honesta y de valores humanos, amabilidad y amor a la y él otro.

Nos cuenta Alina: “Siempre fue de mi interés tener un trabajo donde yo pudiera ayudar a las demás personas y desarrollarme como ser humano, por eso en dos mil quince ingresé a la policía comercial y el dos mil dieciocho a la policía municipal, ahí estuve en el área de comercios, siempre me llevé muy bien con las personas, siempre tenía muchos agradecimientos de palabra, dulces de parte de los niños, también estuve en el área operativa, ahí también era muy conocida por mi labor porque siempre estaba ahí para las personas, aunado a mis labores tomé un diplomado en seguridad ciudadana; también asistía a las jornadas de proximidad ciudadana rehabilitando y reforestando escuelas, y lotes que causaban conflicto en las colonias, asistí también a la escolta de bandera de la secretaría de seguridad pública y participaba también en las carreras atléticas nacionales del ayuntamiento.”

Alina dijo cuando la entrevistaron en esa silla fría que es el banco de los acusados, respecto a su mamá, quien la cuidó en todo momento durante su infancia. Su madre tuvo una relación con un hombre misógino y cuando ella quería intervenir en las discusiones su mamá le decía que no se metiera. Así es como Alina empezó a entender como “normalizada” la situación de violencia familiar constante y reiterada. Ella entiende las desigualdades mejor que muchas “expertas”.

En 2019, cuando Alina ya llevaba un año trabajando en la corporación, conoció a Rodrigo, el estuvo acosándola, hostigándola y haciendo lo que él consideraba como acciones de “conquista” durante varios meses hasta que ella, por el mismo cansancio, accedió. Un día la llevó a casa de sus papás para presentarla y esa misma noche la violó.

Alina estuvo en negación y pensó que tal vez él era muy rudo y trató de justificarlo y justificarse, no quería aceptar que ella era víctima de violencia.

Él era su “superior” jerárquico y podía hacer que la cambiaran de turno a su antojo; incluso una vez que le dieron “ataques de celos” mantuvo a Alina encerrada en el departamento donde vivieron juntos durante todo un día, pidió permiso a quien los coordinaba para faltar a nombre de los dos.

Durante la relación de Alina, que desde el principio estuvo forzada y manipulada por el agente de policía, se dieron varios hechos de violencia: una vez mientras ella se bañaba, el agresor la tomó por el cuello y le dijo que si no hacía lo que él le decía ella iba a “valer madre”; en otra ocasión estuvo presumiendo de cómo él se encargó de desaparecer personas y asesinarlas, esto fue en un convivio con sus compañeros, esa noche al llegar a la casa empezó a decirle a Alina, ahorcándola con una llave, que también a ella le podrían pasar esas cosas si no aceptaba la relación con él y la violó como antes ya lo había hecho. Él “en juego” la sometía físicamente dejándola inmovilizada y al hacerlo le decía que viera cómo él podría destrozarla si él quisiera, ella lo toleró hasta que no pudo más y trató de terminar la relación y se mudó al departamento de enfrente de donde antes
vivía con Rodrigo.

Alina me contó que siempre la tenía vigilada durante el tiempo que fueron vecinos y esperaba a que saliera de su casa para verla a primera hora de la mañana con flores y disculpas, pensó que era posible que él cambiara, además de que, a pesar de todo, me dijo que sí lo quería mucho y su cara afligida al decirlo deja claro que sí sufre y sufrirá las consecuencias de defender su vida.

Alina de 26 años de vida fue sentenciada a 45 años de prisión por el homicidio de Rodrigo: ese día salieron a comer mariscos, ella ya había regresado sus pertenencias a la casa de él para regresar a ser pareja de nuevo; durante la comida él bebió varias cervezas y ella un par de mojitos, a los dos les gustaba la fiesta, pero él le gustaba la cocaína y tomar hasta ponerse enajenado y al otro día alegar no recordar nada de lo sucedido.

Era un doce de diciembre del 2019, ella decidió irse a dormir temprano porque vio que su pareja con problemas de alcoholismo seguía bebiendo y ella para no volver a caer en la misma historia de siempre de reclamarle que había prometido dejar de beber e ir a terapia, decidió irse a dormir a su cama.

De pronto despierta con Rodrigo encima de ella ahorcándola, despertó confundida para ser el frío del cañón de la pistola en la cabeza y escucharlo pedirle que no lo deje; ella trató de incorporarse mientras el consumía cocaína en el buró de su lado de la cama y dejó la pistola cerca de él. Ella corre al baño porque ya se había salvado una vez de sus ataques metiéndose en el baño, él le sigue diciendo que si lo deja ella va a “valer madres” y ella al intentar salir del cuarto siente como él la ahorca con una llave llamada “mataleón” (llave que en artes marciales se conoce como letal y es aplicada para someter a personas más corpulentas y fuertes que uno mismo), la estrella contra el marco de la pared y la sigue golpeando, en lo que ella se defendía corrió porque vieron la pistola y le disparó, él se seguía abalanzando sobre de ella diciéndole “mátate porque de aquí no sales”, ella trata de correr y avienta otros disparos al abismo, el cae al fin al suelo y muere.

“Nos tenemos que dejar matar” dice doña Socorro a los medios de comunicación “hay hombres que matan a las mujeres y les dan poco tiempo de sentencia y pagan y salen al poco tiempo”, además, “no fue juzgada con perspectiva de género” “están enterrando en vida a mi hija con esa sentencia”; “la capacitación que le dieron en la corporación parece que se volvió en su contra”. El cuerpo de Alina tenía todas las pruebas que necesitaban para ponerla en libertad, los golpes, el trauma vivido, la experiencia de pedir ayuda en su trabajo, a sus amigas y de ir a terapia para poder sobrellevar la tortura a la que la sometía su pareja hostigándola y teniéndola “checada” en todo momento. La cara de Alina es la de una mujer que sabe que de no haberse defendido la hubiesen asesinado, su ánimo por vivir es contagioso y como parte del equipo de defensa de Alina hace que de gusto poderle ayudar.

El juicio penal en contra de Alina por homicidio está repleto de violaciones a los derechos humanos en general y reboza de violaciones a los derechos humanos de las mujeres. La historia de Alina se puede contar desde muchos lugares porque es una mujer que vive con ganas de dar a la sociedad, ahora estamos revisando su historia porque está prisión desde diciembre del 2019.

Relataremos las injusticias que ha vivido no solamente en su relación sentimental, sino en el juicio de primera instancia y daremos seguimiento al proceso de apelación; por lo pronto queda sumarnos a la voz de las compañeras feministas que marcharon el sábado de la semana pasada para pedir Justicia para Alina, que es lo único que se pide, que se juzgue con los nuevos parámetros de la justicia, que es precisamente, la perspectiva de género.

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