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Opinión

Feminista «de las de antes» | Donde cruzan las brujas

Por: Meritxell Calderón Vargas

Me “pone de malas” pensar que no ha existido un movimiento social que cuente con el reconocimiento y representación de la población que busca proteger y acuerpar en grandes grupos humanos, esto es porque siempre se descuidan a algunos, se discriminan a grupos dentro de los grupos, por ejemplo: la lucha por los derechos civiles y políticos de las y los negros en Estados Unidos hizo a un lado a los hombres homosexuales y mujeres lesbianas. El movimiento obrero y campesino en México conocido actualmente por ser sumamente misógino es otro ejemplo, así como, el movimiento magisterial, por más que muchas personas especializadas en pedagogía buscan el bienestar para la comunidad educativa, se ven frenadas por mentes escuetas y retrógradas que quieren que las cosas sigan como están, como si detener esto fuera posible.

Es el caso ahora de lo que está pasando en el movimiento feminista, que ha dejado atrás y abajo a grupos de mujeres que ya de por sí no vamos a la vanguardia de los beneficios que hay por ser personas humanas habitando el planeta Tierra.

Este tipo de segregación es cosa de todos los días aquí en la frontera noroeste de México. ¿Por qué solamente están dejando cruzar a Estados Unidos a quienes migran con piel blanca?; ya van más de 10 días que sabemos cómo se les han abierto las puertas a migrantes rusos y ucranianos para que crucen “al otro lado” con protección de programas de atención a personas desplazadas por la guerra, como si lo que pasa en Haití o en El Salvador fuera menos grave. Con estos performances de biopoder, no dejan lugar a la duda de que para los “united” unas personas son más valiosas que otras.

Existe un derecho humano poco conocido, que es el acceso a los avances de la tecnología, quienes tienen acceso a los mejores tratamientos para la salud de sus pulmones o sus emociones y hasta de sus genes, pueden acudir al uso de la ciencia para atender estos temas dignamente, dignamente, según el tamaño de sus cuentas de banco. La mayoría de la población no tiene alcance ni siquiera a un examen para saberse contagiados por el COVID19 o sus nuevas variantes porque valen una semana y media de trabajo, muchas personas pasamos nuestra vida entera sin asistir a una sola hora de terapia psicológica de cualquier tipo por no tener recursos económicos, otras, viven y mueren pariendo sin revisiones ginecológicas.

El dominio y venta de la vida por grupos de poder en el mundo hacen que nos organicemos por ser alguien-otra persona-alteridad fuera del paradigma humano, pero aun así valiosa: en mí, es ser mujer mexicana, gorda, no heterosexual, por mis ideas políticas y hasta por el color y tamaño de ropa que decida usar, entre otras cosas que son las que me han encaminado hasta estar de manera muy frecuentemente firme y activa en el mundo, oponiéndome al abuso de poder y la discriminación de cualquier tipo.

Las y los derechohabientes de las instituciones públicas son las primeras víctimas de violencia gineco-obstétrica, gordofobia, racismo, clasismo y de la más profunda misoginia, los espacios privados de salud tampoco se escapan de estos vicios.

La falta de servicios públicos, la omisión al cumplimiento de nuestros derechos humanos es la que hace que nos vayamos juntando entre personas afectadas y nos organicemos para cambiar la situación; así ha sucedido con los feminismos.

Las personas que han buscado que mediante diversas vías se logre la vigencia de los países democráticos donde se cumplan derechos como la libertad, educación, salud, desarrollo y más, son quienes menos disfrutaron de sus privilegios; quienes han logrado llevar estas voces a las instituciones son personas con un poco más de acceso a los espacios de poder. Hace muy poco tiempo que las mujeres empezamos a entrar en México a la política en nuestro propio nombre a pesar de los mismos partidos y sus líderes machistas, llegamos a esos espacios por gusto y compromiso personal.

No solo se debe ver el mundo con los ojos de Europa, es un filtro que le podemos poner a nuestra cámara si se quiere ver el mundo de cierta manera, hay que saber ser flexibles y entender que, si se evoca a Octavio Paz para hablar de Elena Garro, es probable que ni siquiera hayas leído ni sentido de una manera cercana a Elena.

La necesidad de poner un alto importante a las guerras y el abuso de poder ha dotado a la humanidad de mecanismos para realizarlo, las Naciones Unidas, en principio, iban a ser algo así. En su momento Eleanor Roosevelt nos aportó en el ámbito internacional el reconocimiento legal de las mujeres hace como 60 años, después llegó la Convención para Eliminar todas las formas de Discriminación contra la Mujer- CEDAW por sus siglas in english- que tiene la misma edad que yo, pasa de los cuarenta. Hace ya 20 años que se reguló en los códigos penales y de familia en México la violencia intrafamiliar buscando cuidarnos a las mujeres de la violencia misógina y hace más o menos 10 o 15 años que se empezaron a ver en el cotidiano legislativo leyes para prohibir la discriminación, para una vida libre de violencia para las mujeres como bien jurídico innegablemente protegido.

El tiempo ha transformado los sujetos de derechos, se han ido ampliando para proteger a más personas siempre, la regla de progresividad implica: cada vez más personas protegidas por los derechos humanos, nunca menos. Los feminismos están en disputa, sin embargo, hay muchas luchas feministas que ni enteradas están de que en tal café o en tal boutique están peleadas las tías o las mamás de esto que ahora vivimos muchas: los derechos de las mujeres para todas las mujeres.  

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